Están las que usan la misma ropa, las que llevan amuletos, las que hacen promesas, las que imploran mirando al cielo, las que creen en supersticiones… Y están las que siguen corriendo cuando tiemblan las piernas, las que siguen jugando cuando se les acaba el aire, las que siguen luchando cuando todo les parece perdido, como que cada vez fuese la última vez, convencidas de que la vida es un desafío. Sufren, pero no se quejan, porque saben que el dolor pasa, que el sudor se seca, que el cansancio termina. Pero hay algo que nunca desaparecerá: la satisfacción de haberlo logrado. En sus cuerpos tienen la misma cantidad de músculos, en sus venas corre la misma cantidad de sangre, lo que las hace diferentes es su espíritu, la determinación de llegar a la cima, una cima que no se llega superando a los demás, sino superándose a uno mismo.
El Hockey, es una Pasión
