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LAS REGLAS DEL EJERCICIO

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El ejercicio es un medio para ayudar a mejorar al  jugador y al grupo de jugadores en el  juego. Es entonces la consecuencia de una observación hecha por el entrenador.
Los jugadores deben encontrar en la situación propuesta los elementos del juego y se podría hablar globalmente del ejercicio como de una situación de juego acondicionada.
Son estos acondicionamientos los que están regidos por las reglas.

a)  La oposición.
En juego, la presencia de adversarios crea situaciones que, ellas mismas dictan actos y movimientos a adoptar. Es importante que uno sepa reconocer las situaciones que implican tales o cuales movimientos y esto debe ser el objeto de un trabajo específico.
El interés de un trabajo en oposición en un primer momento es crear las condiciones reales del juego y ubicar a los jugadores en un contexto a la vez táctico y técnico. Lo que no significa que uno excluye el trabajo vacío; desde que uno sabe que tal movimiento se ajusta a tal situación, uno puede considerar repetirlo sin adversario, para mejorar su ejecución. Esto explica porqué los equipos de muy alto nivel, trabajan a menudo sin opositor: ellos saben para que lo hacen.
Observación: la convergencia entre un movimiento premeditado y una situación de juego es a menudo por casualidad, excepciones hechas de algunas combinaciones a alto nivel que embarcan al adversario para crear una situación deseada.

b)  Regla de la alternativa.
Es la consecuencia de lo que se ha dicho anteriormente. Para que el jugador o el grupo puedan efectuar un movimiento adaptado, hay que ubicarlo en situación de elegir entre por lo menos dos soluciones:
Ej.: 2 vs. 1: según la elección que hace el defensor, se puede:
Mantener –  pasar.
Interceptar el pase.
Aquí también, si el movimiento es premeditado, tenemos una oportunidad sobre dos. Si está adaptado a la situación, no se puede equivocar.

c)  Lanzamiento del ejercicio.
Hemos ya señalado cuán importante es encontrar en el ejercicio los elementos fundamentales del juego, y especialmente la dinámica de un movimiento. Es raro que tengamos que efectuar un movimiento partiendo desde una posición inmóvil aunque ese punto de partida sea una formación fija. Desde que la pelota está en movimiento, se crea una dinámica de movimiento que modifica las percepciones y los movimientos.
Este fenómeno se vuelve a crear en el ejercicio por lanzamientos dinámicos que deben ser objeto de atenta reflexión por parte del entrenador.

e)  Repetición.
Es una de las condiciones del aprendizaje, pero con cierta medida. No hace falta demasiado: a partir de un cierto número de clases de una misma sesión, es inútil insistir. En compensación, constataremos progresos en la sesión siguiente (fenómeno de maduración).

f)  Construcción de los ejercicios.
Tenemos muy a menudo la tendencia a aferrarnos a la forma: hace falta, ya lo hemos dicho, que encontremos en ella los elementos del juego. Desconfiemos entonces de las construcciones de estilo cuadrado, redondo, en columna. Podemos en cambio concebir ejercicios “de cajón”, donde la estructura está comprendida de una vez - sabemos el tiempo precioso que se pierde en armar un ejercicio - pero también lo podemos variar hasta el infinito.

g) Observaciones  generales.
Es raro que el mal desarrollo de un ejercicio incumba  a sus ejecutores. Es más que nada debido al hecho de que algunas de las reglas anteriores no hayan sido respetadas, en particular en relación con el nivel de los ejecutores. El educador debe entonces procurar hacer la crítica de su ejercicio antes que hacer aquella de los jugadores.
En fin - y es probablemente lo más importante - no hay mejor ejercicio que aquél que nace de una reflexión personal; que parte de una realidad observada. Por esta razón, los documentos o recopilaciones de ejercicios deben  ser consultados como para aclarar un entrenamiento que se desea  emprender, y se observará que a medida que el jugador o los jugadores progresen, su utilidad disminuirá.