12/12/15

Los valores del rugby: la humildad


palos-rugby

El rugby es un deporte de equipo, un juego donde el todo suma más que las partes, donde 15 suman 20, y 1 resta 10, en el que el “nosotros” está por encima del “yo”.
Sin miedo a equivocarse, se puede afirmar que el rugby es el deporte colectivo por antonomasia. Y es esa colectividad la que hace que emanen reglas no escritas, adopciones comunes a todos los practicantes, que generan conductas para que el juego pueda llevarse a cabo con orden y un equipo pueda conseguir la máxima eficiencia del conjunto de sus integrantes. Esas conductas, a base de repeticiones para lograr la excelencia, han quedado tatuadas en la esencia de todos los rugbiers, sean del país que sean y compitan al nivel que compitan. Conductas que, con su perpetuación a lo largo de décadas, se han convertido en las actitudes reconocibles de este deporte, las señas de identidad del rugby, que traspasan los campos de juego y arraigan en la vida diaria de sus practicantes: se han convertido en sus valores, y el rugbier se ha convertido en su embajador en todas sus facetas de la vida.
Después de empezar con el valor de los valores, aquel que aglutina a todos los demás –el respeto-, hoy es el turno de la humildad, el valor que hace de los rugbiers buenas personas tanto en el campo como fuera del campo.
Y para hablar de la humildad tenemos que volver a la esencia de nuestro deporte: el juego en equipo, donde 15 suman 20 y etcétera, etcétera. Porque siendo humilde, el jugador de rugby se da cuenta que necesita a sus compañeros para alcanzar nos mismos objetivos, y que intentar destacar por encima de ellos, hacerles sombra, ningunearlos o jugar sin contar con ellos sólo tiene una consecuencia: la pérdida del partido.
Siendo conscientes de nuestras limitaciones, los rugbiers sacamos nuestro mayor potencial y actuamos en consecuencia. En un deporte tan abierto como el rugby, donde hay un lugar para todos, todo jugador tiene unas virtudes para diferentes posiciones y funciones dentro del campo, por eso el resultado depende del esfuerzo de todos, de la suma de virtudes, y no del que más virtudes tenga.
Y esta premisa la tenemos todos los jugadores muy presentes cuando estamos en el terreno de juego. Sólo tenemos que levantar la vista y mirar hacia los palos, esa gran H, que nos recuerda que la H-umildad es la base del rugby y el concepto más importante para jugarlo.