22/3/09

Por otra fiesta de la cerveza


Irlanda le ganó 17-15 a Gales en Cardiff.
La semana pasada, en el microcentro porteño se festejó el día de San Patricio, una ceremonia de origen irlandés que en esta zona de Sudamérica sirve como excusa para tomar toneles de cerveza. Lo que más se ve, entonces, es un nutrido peregrinar de ebrios zigzagueantes, que gritan viva Irlanda como si gritaran viva Túnez o viva Noruega. Da lo mismo.
El partido comenzó con un voltaje altísimo. Mucha agresividad y vehemencia en el contacto. Para los dos equipos era importante imponerse físicamente y marcar territorio. Por eso salieron a la cancha con dientes apretados y cualquier chispita desataba agarrones, empujones y caras de perro.
Irlanda fue el primero en acercar peligro y poner contra las cuerdas a su rival. Se instaló apenas a un metro del ingoal, pero un penal en ataque frustró los intentos verdes.
El trámite, trabado y peleado hasta el límite, se comió media hora de partido hasta que Stephen Jones rompió el cero con un envío de tres puntos. A los 39 minutos el apertura volvió a meterla desde mitad de cancha y dejó las cosas 6-0 para Gales -que tenía que ganar por 13 puntos de diferencia para retener el título obtenido en 2008- en el descanso.
Pero en el segundo tiempo los de verde salieron con los tapones de punta y en cuestión de minutos se pusieron a centímetros del ingoal. Con mucho trabajo de los forwards en el pick & go, fue el capitán Brian O'Driscoll el que rozó la línea con la pelota y puso los primeros puntos para su equipo.
Sin tiempo para nada, un kick magistral de O'Gara a las espaldas de Shane Williams le abrió una autopista al wing Tommy Bowe, que puso quinta y se tiró de cabeza a la gloria. El partido se puso 14-6; Irlanda estaba más cerca del Grand Slam y de la corona del Seis Naciones.
La respuesta del Dragón llegó por medio del pie de Jones y por cortesía de la mala educación del segunda línea Donncha O'Callaghan. Tras un knock on de Mike Phillips a la salida de un line, el grandote se le acercó para gozarlo por el error cometido. El árbitro inglés lo vio y revirtió el fallo otorgándole penal a los de rojo. En criollo: un salame.
Minutos más tarde, otra falta de disciplina irlandesa -cargar al apuntalador en un line- le dio otros tres porotos servidos a Jones. Luego agregaría un drop con cinco minutos en el reloj para poner las cosas 15-14.
Sin embargo, hasta ahí llegó el equipo de Warren Gatland. No pudo poner más en jaque a su rival a pesar de algunos errores básicos de los de verde y los minutos estrangularon la ilusión de dar vuelta el partido. La defensa de los visitantes, más el oficio del pack, pusieron a dormir el encuentro hasta que Ronan O'Gara, de frente a los palos, clavó un drop mortal para darle el título y el Grand Slam a Irlanda.