El maestro Carlos Veco Villegas decía que el rugby es una escuela para aprender a superar las adversidades. De hecho, este deporte ya presenta una dificultad en su génesis: la pelota es ovalada, y nunca se sabe para dónde va a picar. Pero el rugby, como todas las disciplinas, como la vida misma, tiene sus códigos. Uno de ellos es el respeto al rival, adentro y afuera de la cancha. Hace un par de sábados ocurrió un episodio en el que se violaron esos códigos desde varios aspectos. Fue en SIC-CUBA, que concluyó con una trompada de Santiago Artese que le provocó un amplio corte en el labio a Martín Domínguez.
El SIC suspendió al menos por una fecha a Artese. Pero la medida estuvo acompañada de otras actitudes. Apelando al off the record, culparon a Domínguez de no respetar los códigos del rugby por haber hablado con la prensa después de la agresión y por pedir que sancionaran a su agresor. También se molestaron con la prensa (¡cuando no!) porque no se escucharon las dos voces, olvidándose que jugadores y entrenadores se encerraron en el vestuario sin querer hablar porque, para ellos, eso significa respetar los códigos. Y también por lo bajo, sin hacerlo público, dijeron que Domínguez le dijo durante y después del partido “cosas muy graves” a Artese.
En CUBA, por su parte, salieron junto a Domínguez a pedir una sanción para Artese, aunque nadie sabe si realmente se investigaron las cosas que dijo el medio scrum durante el partido. Es que a veces se malinterpretan los códigos que dicen que lo que pasó en la cancha termina cuando concluye el encuentro.
Alguna vez Hugo Porta, quizá exagerando, dijo que de tanto que se habla de los códigos del rugby, muchos terminan bastardeándolos. Sería importante que los famosos códigos se ejecuten más de lo que se hablen.
Cada vez se ven más agresiones, insultos, cargadas y desnaturalizaciones del tercer tiempo. En la cancha y en las tribunas. Quizá por eso algunos clubes decidieron, con buen tacto, salir a recordar cuáles son los verdaderos códigos del rugby. Y no faltaron aquellos que prometieron sancionar o hasta expulsar a quienes no los respeten.
El rugby, como decía el Veco Villegas, es una escuela para aprender a superar las adversidades. Pero con códigos. Y no a cualquier precio.