Nando Parrado encontró a Dios en cada paso que penosamente dio en esa nieve que le llegaba a la cintura, cuando salvar su vida y la de sus amigos, dependía de su fortaleza para sortear inmensas montañas a pesar de estar al borde de la inanición, ataviado con ropa inadecuada, con un bastón improvisado y unos raídos botines de Rugby.
En su libro: “Milagro en los Andes', Parrado intenta explicar al lector profano al deporte, cuales fueron las claves de la supervivencia del grupo.
Fue esencial la formación misma del equipo, instruidos en su colegio por los Irish Brothers del Colegio Stella Maris en Montevideo. Para ellos el principal objetivo de la educación católica era formar el carácter, no el intelecto. Sus métodos de enseñanza ponían énfasis en la disciplina, la misericordia, el altruismo y el respeto.
Para alentar estos valores fomentaban en sus alumnos la práctica del Rugby; ya que para dominar este deporte se requerían las mismas características que uno necesitaba para llevar una vida católica: humildad, tenacidad, disciplina y devoción por los demás.
El Rugby exige una estrategia sólida, rapidez de decisión y agilidad, por tanto es considerado un juego que requiere que los integrantes del equipo desarrollen un firme sentimiento de confianza. Cuando un jugador es tackleado y queda en el pasto, los demás deben sacrificarse para protegerle. El caído debe saber que puede contar con los demás.
Para los hermanos Irlandeses, el Rugby “más que un juego, era un deporte elevado al estatus de disciplina moral.
El núcleo de todo ello es que ningún otro deporte enseña de modo tan devoto la importancia del esfuerzo, el sufrimiento y el sacrificio en la búsqueda de un objetivo común. Todo el laborioso trabajo de combate de fowards y bakcs, se convierte en una danza magnífica en la que nadie puede atribuirse el mérito, dado que se llega al ingoal centímetro a centímetro, gracias a la acumulación del esfuerzo individual y, al margen de quién marque el try, el mérito es de todos.' Nando Parrado reflexiona: “en el scrum no sabes donde acaba tu fuerza y empiezan los esfuerzos de los demás. En cierto sentido, ya no existes como ser humano aislado. Durante un breve instante, te olvidas de ti mismo y pasas a formar parte de algo más grande y poderoso de lo que tú podrías ser. Tu esfuerzo y tu empeño se desvanecen en el empeño colectivo del equipo y, si este empeño se aúna y se concentra, el equipo avanza'. Esto es para Parrado la esencia misma del Rugby: “ningún otro deporte te da una sensación tan intensa de altruismo y de compartir un objetivo.
Ese sentimiento de hermandad es lo que crea tanta pasión por éste deporte en el mundo entero.' Rescate de los sobrevivientes (en la foto Nando Parrado junto a Carlitos Paéz Vilaró).
En un reportaje que le hiciera el portal Rugbtime, Parrado manifestó: “Veníamos de años antes, éramos un equipo de rugby muy unido.. Si hubiera sido un avión comercial donde nadie se conoce, de distintas edades, idiomas, gente con distinta cultura, gente viajando sola, hubiera sido un caos. Nosotros media hora después del accidente ya estábamos trabajando como un equipo. Y el rugby fue absolutamente fundamental en todo eso'.Todos tenemos nuestros Andes. La gente reconoce en la historia de los sobrevivientes de Los Andes su historia, su propia lucha. Es una experiencia que da escalofríos, pero también ánimo porque uno se da cuenta de que, a pesar de vivir el más cruel de los sufrimientos, y de tenerlo todo en contra, se puede resistir y prevalecer. Antes de morir, Arturo Nogueira, uno de los más valientes del grupo, repetía una y otra vez: “Incluso en este lugar, incluso aunque suframos, vale la pena vivir la vida'.Se dice que el 10% de la vida está relacionada con lo que te ocurre y el 90% restante es el resultante de la forma como reaccionas ante ello. No tenemos control sobre el 10% de los que nos sucede: escapa a nuestra facultad, que en virtud de un error humano, el avión en el que viajamos se estrelle contra una montaña. El otro 90% se determina por el control que podamos ejercer sobre nuestra reacción.
El Rugby es un deporte que enseña a tomar rápidas decisiones, las cuales, una vez determinadas deben ser llevadas hasta el final de esa jugada.
Cierta vez le preguntaron a Parrado cuál había sido la lección de vida más importante que había aprendido en los Andes. Contestó que aprendió a tomar decisiones; aunque suene extraño, eso fue lo más importante. Siempre digo que allá arriba tomé la decisión más importante de mi vida en veinte segundos.
Estábamos en la expedición con Roberto [Canessa]; desde hacía días caminábamos para tratar de llegar a algún lado, pero lo único que veíamos era nieve y montañas. En una de las escaladas llegamos hasta una cumbre convencidos de que del otro lado veríamos algo que nos diera una mínima esperanza. Subimos hasta lo más alto, levantamos la cabeza y, en lugar de ver un valle verde, nos dimos cuenta de que seguíamos en medio de la Cordillera. En ese momento yo elegí cómo morir, me paré frente a Roberto y le dije: O nos morimos mirándonos a los ojos o nos morimos caminando. Yo quiero morirme luchando.......